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lunes, 29 de noviembre de 2010

Fomento de lectura a través de la prensa

-armstrong.freelance-




                                                                         (Cartier-Bresson)



Dejo aquí el artículo periodístico ganador del XI Premio de artículos periodísticos de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Esta convocatoria premia los artículos que de alguna manera fomentan la lectura.
Armstrongfl ha leído un libro de esta escritora, El andrógino sexuado
La autora es Estrella de Diego. ¡Enhorabuena!


Veranos de lectura
ESTRELLA DE DIEGO 14/08/2010

Pasear por las salas de las civilizaciones extinguidas de un museo es leer un libro de misterio: relatos inesperados, protagonistas legendarios... Aunque los museos son ahora tan populares que los visitantes se agolpan entre los ajuares mesopotámicos y los sarcófagos egipcios -hasta se apoyan en ellos para hacerse la foto- o comen un sándwich en la gran rotonda presidida por Asurbanipal. En medio de ese ruido, las historias intensas que vienen de otro tiempo dejan de oírse: la lectura necesita sosiego.

Lo encuentra no muy lejos, en la cafetería. Allí, un joven de apenas trece años lee ensimismado un libro que apoya sobre la mesa. No consigo descifrar el autor ni el título: da lo mismo. A esa edad se lee todo que cae en las manos porque sobra la curiosidad y el tiempo corre lento -"trece años aún", ha pensado quizás con fastidio esa misma mañana al levantarse y recordar la obligada visita al museo.

Sentada frente a él, su madre -debe de serlo, pues comparten el idéntico perfil elegante- se concentra en la taza de té: no le interrumpe. Ha debido de arrastrarle hasta las salas, pienso de pronto, en medio de su lectura de verano que, como ocurre en la adolescencia, atrapa igual que las urgencias del amor: no es posible dejar de leer. Han debido de pasear por las salas que el joven, seguro, ha mirado sin prestar atención, con el pensamiento fijo en el libro dentro de la mochila, la única vida real mientras duran las páginas. Lo demás, lo que ocurre fuera del texto, es solo un trámite incómodo: dormir porque hay colegio a la mañana siguiente, la hora de comer, apagar la luz cuando nos llaman la atención en casa -quién fuera mayor para poder pasarse la noche leyendo...-. Es igual que el mundo fuera se derrumbe. Es igual que se derrumbe dentro -y sucede con frecuencia en la juventud: la lectura termina por acompañarnos en cada momento importante de la existencia, historias que nos hacen diferentes, vivir en tránsito igual que el niño del museo-. Ahí está, solemne, en medio de tantos turistas que comen sin prestar atención al joven lector cuyo gesto me ha devuelto a mis veranos de juventud: leer como si nos fuera la vida en ello.

Y nos va. Nos van las vidas que vamos viviendo, insomnio que nos corteja desde la infancia como un virus incurable. Luego, la edad pone orden en las lecturas -igual que en el resto de las cosas- y el tiempo echa a correr sin que nadie entienda cómo ha ocurrido. Los veranos se hacen cortos y las grandes novelas, las de muchas páginas que nos bebíamos de un trago, permanecen más rato en la mesilla. Miro de nuevo al niño que no ha apartado los ojos ni un instante de ese libro cuyo título no puedo ver y vuelven decididos los veranos largos de lectura incansable. Las páginas pasaban deprisa sin límite de tiempo ni de tema y siento una nostalgia agridulce hacia aquellos meses solo para leer. Los recuperaré este verano. Cogeré mis libros ya leídos y leeré hasta caer rendida, como entonces; a destiempo, sin horario, sin prestar atención al mundo exterior aunque sea Egipto o Mesopotamia, igual que el joven lector del Museo Británico que levanta su libro de la mesa y se lo acerca al rostro. "Henry James", creo ver a punto de salir de la cafetería, dispuesta a volver a sumergirme en aquellas sesiones voraces de hace tanto. Leer como si me fuera en ello la vida.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Noviembre 28, 2010 Bloc de notas

-armstrong.freelance-

                                                                (Fotografía: Bill Brandt)


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Miénteme, un manifiesto a favor de la ignorancia y contra la lectura



-armstrong.freelance-
                                                                      (Viktor Oliva)


Un artículo de mi mejor amigo en el que hace una defensa apasionada de la lectura. Fue publicado en febrero de este año en el diario LAVERDAD. 




EXILIO INTERIOR
Miénteme
Manifiesto a favor de la ignorancia y contra la lectura
20.02.10 - 01:31 -
EUGENIO FOUZ PROFESOR DE INSTITUTO Y ESCRITOR


«Me desperté en el corazón de la noche»
(Alessandro Baricco, Homero, Ilíada)

Abracadabra no significa nada, el lenguaje es algo arbitrario y sin sentido. ¿De qué vale completar un crucigrama? ¿Para qué sirve la educación? ¿Para qué está la prensa? ¿Para qué la literatura?

No tiene ningún valor leer libros con mensajes como «primero vivir, luego filosofar». Nada, no se aprende nada de los libros. La realidad está muy lejos. La vida de verdad no está encerrada en las hojas escritas, ni en los periódicos.

El modo indicativo es el único posible. Lo subjuntivo no cuenta. En este mundo importa lo que ocurre aquí y ahora. No hay segundas tomas, ni arrepentimiento ni perdón. Lo hipotético o lo que uno sueña no es relevante para nada.

Si Lorca escribió «verde que te quiero verde» y era verdad, ¿qué importancia tiene? ¿Qué clase de valentía es la de un padre que se acerca al enemigo a pedir lo que le pertenece cuando el enemigo se llama Aquiles? ¿Cómo en una escena de esta clase uno es capaz de echarse a llorar? ¿A quién le ayuda un aforismo o una frase sabia?

No es nada recomendable prestar los ojos a esas líneas horizontales de letras inmóviles. Menos todavía si se inicia el código interno y arranca el hechizo adivinándose un sentido diestro o siniestro. No, no debe dejarse llevar y ser curioso porque no dejará entonces de sentir hambre, un hambre insaciable. Para esos hambrientos se crean las escuelas y las bibliotecas.

Leer hace daño, mucho daño. O si no, ¿de qué manera ayuda la letra de una canción a aliviar el dolor de un corazón roto? ¿Qué magia existe en una fórmula matemática o en un conjuro? ¿Es que acaso un rezo tiene sentido alguna vez?

Recuerde lo que se dice del ingenioso hidalgo y de cómo la lectura de ciertos escritos le volvieron loco. Piense en el mal estudiante secuestrado en una celda incómoda en la cárcel. Es más fácil creer lo que se nos dice que esforzarse en pensar. Mejor no hablar de la lectura entre líneas o de significados ocultos detrás de esos signos.

Algunos versos son especialmente hermosos y acertados. «Yo sé que ver y oír a un triste enfada» o «un hombre gris avanza por la calle de niebla» pero no tienen ningún sentido. No son como un cuadro o una fotografía vista mil veces. A no ser, claro está, que el lector esté infectado o enfermo y se le haga necesario e imprescindible el alfabeto y la lectura.

Ahora que uno lo piensa, estamos perdidos. Se cuelan esos bichitos por nuestros ojos y se meten en la cabeza, los pulmones o el vientre. Circulan a todas horas tranquilamente por la sangre y la hacen suya. Una vez que se ha leído algo despacio, uno está vencido. ¡Como si únicamente existiesen las letras y el lenguaje en este mundo!

No son sólo los libros o las novelas de ficción, sino también los periódicos. Leer prensa a diario es lo peor que puede hacer. De ahí no le salva nadie, ni lo sueñe. Le van a cautivar las palabras, un titular pringado de literatura, las entradillas o el peculiar formato de columnas y fotografías. Ni se le ocurrra ponerse a hacer comparaciones entre la calidad de un reportaje con un ensayo formal. Mejor no lo haga. A pesar de lo que le digan, no se crea nada. Los de la prensa ya lo han pensado antes y lo guardan todo en una hemeroteca. La hemeroteca es una afrenta a la fugacidad de las cosas de la vida.

La letra mata y no deja espacio a la inocencia. La letra es una enfermedad en vena que engancha y convierte al hombre en lector, por lo tanto, en un individuo lento, reflexivo y triste.